EL ROTITO SU CABEZA
El Jueves 04 de Octubre, nos reencontramos nuevamente, los compañeros de colegio de la promoción del 5° E de la GUE Ricardo Palma.
Después de la ceremonia escolar y demás eventos, fuimos a almorzar algo rápido y lo más rápido y que a todos nos gusta, pollo a la brasa… fuimos al Rocky’s mas cercano… Av. República de Panamá cuadra 46.
Entre todo lo animado de la conversación, bromas, anécdotas, recuerdos, etc. me preguntaron que me inspiraba a escribir…
Les respondí… en mi caso, los recuerdos, los sentimientos… estar enamorado, ser aceptado, ser rechazado, la alegría, la tristeza, escuchar un nombre, una canción, una mascota, un perrito, un gatito… siempre todo para mí, tiene relación y me acordé de un patito:“el rotito su cabeza” e inclusive me animé a contarlo a rasgos generales y uno de mis compañeros hasta percibió cierta tristeza en mí, al recordar a este animalito.
Es un recuerdo de mi niñez y así como conté en anteriores oportunidades, tuvimos mucho campo cuando llegamos a vivir a San Francisco de la Tablada de Lurín que todo el espacio que quisiéramos era nuestro para jugar, teníamos toda clase de vegetales y una cantidad exagerada de patos.
La cosa creo que empezó cuando tía Margarita nos regaló dos parejas de patos, grandes, de plumaje en el que predominaba el color negro, pero era también azulado y verde.
Nunca tuvimos conejos, nunca tuvimos cuyes y siempre escucho que se reproducen rápidamente, no sé si será cierto…
Lo cierto en este caso es que los patos se reprodujeron demasiado rápido, tal vez por el campo, los vegetales a disposición, el maíz y otros alimentos que les dábamos (hay de diferentes clases, cuando están chicos, para crecer, para engordar, cuando están en reproducción)… había días que hasta tres o cuatro patas, dejaban de empollar y nacían patitos… unas manchas amarillas de 15 o hasta mas patitos se veían detrás de cada pata.
Los animales son como la gente, diferentes en su carácter, pero está vez no hablaré de eso. Los huevos de pata eran muy pesados para la digestión el comparación con los huevos de gallina y disponíamos de ellos a montones, sin embargo, hemos comido los huevos de pato casi todos los días, comíamos pato hasta el cansancio, tanto, que ya no nos gustaba… recuerdo mucho una o dos veces que eran días Sábados y pasábamos temporadas de penurias económicas y esperábamos que viniera papá para poder comprar el arroz para acompañar al pato y no llegaba… teníamos que comer, pato solo, claro que preparado por mi madre (experta cocinera, creo que no existe forma en que no lo haya preparado) era riquísimo pero la verdad era que estábamos hastiados de comer pato.
Medio pato en el plato de cada uno, no podíamos escoger…
Pero lo que escribí líneas arriba es para dar una idea del criadero de patos que teníamos para nuestro propio consumo.
De todos los tamaños… hubo una vez un pato macho grande que atacó a los patitos recién nacidos, llegamos a salvarlos pero hubo uno que quedó muy mal, el pato viejo lo había medio matado…
A pesar de tener tantos, mi mamá no se deshizo de él y le dio cuidados especiales, el pobre patito de lo mal que había quedado no caminaba y prácticamente se arrastraba. Lo que mas nos llamaba la atención era que tenía prácticamente la mitad de la cabeza destrozada y mi mamá lo cuidaba y le decía, “el que tiene rotito su cabeza”… nosotros lo bautizamos y le comenzamos a llamar “el rotito su cabeza”… sufrió mucho, varios días, pero increíblemente los cuidados de mi madre y de nosotros que le tomamos mucho cariño, sumados al patito que quería vivir, surtieron efecto positivo y se recuperó.
Después lo juntamos con el resto de los patos que eran de su edad y era más chico y menos desarrollado que los otros patos machos.
Sólo quedaban los más fuertes para reproducción y los otros aún jóvenes, nos lo comíamos.
Nunca le creció pelos, ni plumas en la cabeza, era estéticamente feo y aunque no desarrollaba normalmente, nosotros lo queríamos tanto, como una mascota y queríamos que siguiera viviendo.
Pasó el tiempo y se hizo más grande y más fuerte de lo que nos hubiéramos imaginado y llegó a ser incluso mas grande de lo normal y uno de los principales reproductores.
Muy rara vez, rarísima, le compraban patos a mi mamá y hubo una señora que quería un pato macho para su corral y los patos que teníamos eran grandes, quedaron dos para elegir y la señora, a pesar del aspecto de la cabeza del pato, lo eligió a él, al rotito su cabeza, se empeñó en llevárselo a pesar de que le pedíamos a mí mamá que no lo hiciera.
Por aquellos años, había una panadería a una distancia aproximada de cuatro cuadras abajo e íbamos a comprar diariamente el pan y en el camino, estaba la casa donde vivía la Sra. que se llevó al “rotito su cabeza”; algunas veces coincidía el momento en que pasábamos y en el que ella soltaba a los patos de sus jaulas para que se estiren un poco y lográbamos ver parpando escandalosamente y con la compañía aproximada de una docena de hembras. “El rotito su cabeza”, era muy feliz…FMVA…