Juan Orlando Nolasco Sánchez (transportes), Pedro José Fernando Barrenechea Chávez (almacén), Felipe Martín Vela Apaza (Sistemas) y Jorge Víctor Hurtado Espichán (logística). En una foto de Marzo de 2018.
El día Sábado, pasé después de casi 23 años por tus calles creo que no había ido por ahí desde aquel 31 de octubre de 1996, cuando me dijeron hasta aquí nomás.
Siempre recuerdo mucho cuando llegué por primera vez aquel mes de mayo de 1992 cuando ví que por dentro era tan antiguo que lo único que faltaba era que encontrara dinosaurios vivos, ya lo he comentado antes… encontré de todo pero también, buenos compañeros y buenos amigos, cuya amistad conservo hasta hoy.
Me divertí mucho y reconocí que la gente era y podía ser mucho peor de lo que conocía, en todos los sentidos.
Me hizo recordarte mucho el edificio que parecía una especie de inspiración de chinos y que antiguamente parece que fue un chifa, increíble pero nunca lo averigüé, era la casa de Violeteta, como decía un señor que conozco. Todas tus calles cambiadas completamente, aparentemente sin tanta delincuencia, están tan cambiadas que ahora existen muchos negocios.
La cancha de fulbito a dos cuadras de la empresa, igualita pero ya no con la misma gente, sino con muchos jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando estuve por allí, por la época de las famosas polladas, Carmen, no te llamas Carmen, siempre te recuerdo; Ricardo (no te llamabas Ricardo) nuestro monstruo que se murió con sida, muy de moda en ese tiempo y que desgraciadamente contagió a su mujer y a su hijo, lo que pasa es que cerca a su casa vivía una colonia, un nido de maricones pero de esos buenos que parecen mujeres (trabajaban por San Isidro, es lo que me contaba), no aguantó la tentación, lo contagiaron y murieron los tres, una desgracia; comento esto porque él, trabajaba como ayudante en los camiones de carga de camiones que salían llenos de fideos, Lavaggi Hnos. era más que todo un centro de reparto de fideos y también de productos de Molinera del Perú S. A.
También y porqué no decirlo, era el que cuando yo estaba completamente borracho y según yo, recién llegaba la hora de irme, lo abrazaba fuertemente (él ya sabía porque) y sea la hora que sea, no lo soltaba hasta que me llevara a tomar mi taxi a la carretera central, como sea, caminando en medio de la oscuridad, como a él lo conocían todos, no había problemas para caminar por allí, por aquellas calles casi completamente a oscuras; recuerdo que bajaban en grupos desde los cerros para asaltar a los incautos. Recuerdo claramente haber visto a uno de esos grupos con una especie de lanza, lo cuento y lo digo porque diariamente salía tarde de la oficina porque me quedaba haciendo el listado de los repartos para el día siguiente y siempre que salía le pedía al vigilante que me acompañara hasta la puerta mientras tomaba un taxi, la puerta principal de la empresa quedaba en toda la carretera central.
Siempre los campeonatos los jugábamos en el Parque Zonal Cahuide, nosotros siempre nos reforzábamos convenientemente con uno o dos de los ayudantes de camiones para asegurarnos el campeonato.
Este parque zonal era de lo más atrasados y descuidados en su mantenimiento, el día sábado que fui, ví que hasta piscina tiene, el parque de donde tengo fotos del año 96, recordándote y sabes quien eres, fue en el parque y lo recuerdas, tu nombre no lo diré, ha cambiado completamente, más grande, mejor mantenimiento, más orden y otra gente también porque no son los mismos.
El año 1996 volvimos a campeonar, fuimos los últimos campeones yo fui el último goleador, 13 goles (porque todo se acabó ese año y fuimos absorbidos por Alicorp), del último campeonato de la fábrica de fideos Lavaggi pero no tanto porque ya pertenecíamos a Molinera del Perú S. A. y al grupo Nicolini que en unos meses o mejor dicho ya desde antes había desaparecido legalmente para formar el conglomerado de empresas de Alicorp.
Nosotros fábricábamos y empaquetábamos los fideos Lavaggi y algunos tiempos los fideos Nicolini y sí, los fideos Lavaggi eran al huevo pero con huevo natural no eran químicos yo recuerdo las camionadas que llegaban de nuestro proveedor exclusivo y no sé por qué, bueno si sé pero muchas cosas se saben pero no se dicen tampoco, cómo también recuerdo mis desayunos después del reparto, con inmensos tortillas de cuatro o cinco huevos.
La fábrica de fideos Lavaggi de quedó convertido en sólo un almacén y casi completamente clausurado porque están haciendo trabajos de la estación del metro número 2 justamente en lo que era la fachada de la fábrica, pero sí pude ver la parte trasera donde fabricaban los corn flakes, por dónde se escapaban los obreros (no todos) cuándo venían sus esposas por la puerta principal, para irse con sus amantes, novias pasajeras o putas de turno a gastar estúpidamente todo lo que ganaron trabajando durante la semana para luego el día lunes lamentarse y hasta pedir plata prestada para poder sobrevivir hasta el siguiente sábado.
Me dio cierto miedo caminar por aquellas calles, peor ahora que estoy en mal estado físico; sentí una sensación rara entre miedo (por sí acaso no le debo ni un sol a nadie, ni tampoco recibí nada de nadie) y no sé por qué temor de encontrarme con alguien conocido pero también como yo con los años encima, de encontrarme con fantasmas del recuerdo y también parte de mi vida laboral, deportiva, chupística, de mujeres, de mucha diversión, de mucha risa, de problemas en el trabajo y claro cómo no recordar al insufrible e intratable, mejor no mencionarlo y/o al autonombrado jefe que no sabía dónde estaba parado pero tenía privilegios al 100% gracias a cosas que todos sabíamos pero nadie lo dijo, ni lo dirá; solamente los recuerdo, peor ahora que se han adelantado ya en el camino por el que vamos a ir todos. Cómo no recordar al compañero que con sus malabares numéricos entre la producción, sistema, almacén, reparto, devoluciones, peso de camiones a la salida, peso de los camiones al regreso… entregaba un informe diario casi impecable a la Gerencia. Hay 1000 de cosas que recordar, desarreglos, arreglos, etc.
Hace algunos años me enteré de que nadie quería siquiera alquilar el local, no sé si lo habrán vendido no sé de qué estará funcionando, pero si nadie quiere alquilarlo o comprarlo debe ser porque los fantasmas existen y todas las historias y eventos que pasaron dentro de la empresa aún dan vueltas por ahí y evitan de alguna manera que su zona sea ocupada por las personas que nos consideramos vivos, ¿o nosotros estamos muertos?.