martes, 20 de junio de 2023

6024

 


Diciembre de 1968, tenía seis años y estaba así disfrazado porque hice de el Rey mago Baltazar; ese año cursé transición,  lo que es ahora primer grado, recibí diploma y medalla.



No recuerdo si era diciembre de 1971 o 1972, pero volví a recibir otro diploma, como en los años anteriores, de manos del Director Don Víctor Portugal Carbajal.






Con el profesor Joel Capcha Morales, paseo a Chosica, Octubre de 1973.


En el colegio 6024 en la Tablada de Lurín, también en el año 1973.

Prueba irrefutable de que al  profesor no le gustaba firmar con su primer apellido.


En el año 1968 cuando vivía en Miraflores estudié hasta tercero de primaria en ese distrito.

En el “Instituto Experimental N° 7 Método Peruano, Uladislao Zegarra Araujo”, era el método de enseñanza que crearon en la década de los años 40… (posteriormente cambió de nombre y de local porque derrumbaron toda la casa para hacer un edificio y pasó a llamarse Escuela Primaria 7011) era una casa antigua grandísima con entrada principal escalera de mármol, al costado había un pasadizo para que entraran los alumnos, los jardineros y los que hacían el mantenimiento en la casa; al fondo era un tremendo jardín con una inmensa glorieta desde donde hacíamos, me incluyo, formar a los alumnos, tenía un patio enorme... a nosotros no nos enseñaron con “Coquito” sino con “Desito”,  particularmente en mi caso como ya debo haberles contado anteriormente por ser zurdo, mamá me había enseñado a leer y también a escribir con la mano derecha para no tener problemas, pero igual era el método con el que nos enseñaron.

Hasta recuerdo a mis profesoras Gladys Yip de Ezeta, Martha Landeo de Tovar y Emilia Vázquez de Alvarado (que era mamá de un compañero), que tuvo que reemplazar a la anterior profesora por un accidente difícil de contar que tuvo en el salón de clase, yo me acuerdo claramente y al detalle de qué se trató, los otros niños no se dieron cuenta porque no entendían y por la emergencia los  profesores hicieron una especie de cortina. Hace unos cinco años conversando con una antigua compañera Gleni Esther Carrera Murrugarra, (¡Ay Gleni, éramos tan niños!) me dijo que tampoco se había dado cuenta pero bueno ese no es el caso.

El caso es que yo estudiaba en Miraflores y en Surquillo faltaban colegios y mandaban un bus de esos antiquísimos de color amarillo con niños desde allá que venían a estudiar a Miraflores. Jaime Walter Briceño Briceño, tú estabas entre ellos un grado más que yo y te encontré en la G.U.E. Ricardo Palma el año 1974 también al compañero Vargas,  el colorado Vargas Ordóñez, tú te acuerdas de él,  pero contigo terminamos siendo promoción el año 1978.

Debo mencionar que cuando ingresé a la G.U.E. Ricardo Palma, encontré a muchos de los que venían de Surquillo a estudiar a Miraflores y por supuesto también a algunos que terminaron la primaria conmigo en la Tablada de Lurín,  como por ejemplo Carlos Wilfredo Mejía Cruces (hoy casualmente después de no verlo en mucho tiempo, me encontré con él en el mercado) y justamente comparto esta aventura con él, con Willy Mejía y le comenté muy rápidamente que escribía cosas en mi blog y le pedí su teléfono, seguramente debe también estar leyendo esto.

Ahora imagínense mas y peor aún, cuando fui a vivir a San Francisco de la Tablada de Lurín, la falta de colegios. Los principales eran el antiguo 6024 qué pasó a tener nombre propio, “José María Arguedas”, nombre que recuerdo propuso cuando estábamos en quinto de primaria el compañero Víctor Raúl Requejo Vargas; en José Gálvez, cerca de la fábrica de cementos El Sol, en  Atocongo como le llamábamos, (era un valle y se aprovechaban las aguas del Río lurín para regarlas, hasta ahora me acuerdo de la inmensa cantidad de maizales) y que da nombre al puente  Atocongo que cruzan todos los que van por la Panamericana Sur entre los distritos de San Juan de Miraflores y Santiago de Surco porque en ese tiempo la civilización estaba lejísimos y un punto de referencia era la fábrica de cemento porque casi todo San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo, Villa El Salvador (que no existía como distrito, pertenecía a Villa María del Triunfo) eran despoblados y por algunos lugares como Villa el Salvador eran desiertos de arena pura, había otro colegio que era y es muy grande, se llama Juan Guerrero Químper; en La Curva como le decíamos nosotros, de Nueva Esperanza, por el hoy centro comercial Plaza Vea y frente al ahora hospital de ESSALUD Guillermo Kaelín de la Fuente, hay otro colegio que es muy grande y el más antiguo, se llama Mariscal Eloy Ureta, otro de ese sector era el colegio Túpac Amaru de Villa María del Triunfo en la Avenida Pachacútec antes de llegar al terminal pesquero viniendo de Lima; eran los cuatro colegios más antiguos, más grandes y que tenían mayor alumnado de la zona, claro que el que tenía mejor infraestructura y todo lo demás era el Juan Guerrero Químper de José Gálvez y el nuestro el 6024 era el más humilde pues ni siquiera estaba cercado.

Hago esta pequeña explicación y/o reseña para contarles otro recuerdo, esta vez del año 1973 cuando yo cursaba el Quinto año de primaria, mi profesor era el profesor Joel Capcha Morales, él firmaba como Joel C. Morales parece que no le gustaba el apellido paterno, no firmaba con su primer apellido y lo conocíamos como el profesor Joel Morales, me enseñó cuarto y quinto de primaria.

Él era de Ancash y siempre recuerdo, porque por esos años todavía estaba fresco en nuestra memoria el terremoto de 1970, que nos contó, a manera de mito, que cuando se venía el alud o huayco, como le decimos nosotros los peruanos, sobre la ciudad de Yungay delante venía un ángel con una espada para castigar a esa ciudad. Fue el único profesor que nos habló de sexo en el salón de clase, claro que en dos grupos, yo estaba en el grupo de niños por mi edad, después nos hizo salir y quedaron los mayores (tenían 15 años) y también conversó con ellos.

El caso es que a donde quería llegar, es que nos invitaron a un campeonato de fútbol y los otros tres colegios eran los que ya mencioné y la sede donde se iban a disputar los partidos era en el colegio Mariscal Eloy Ureta que quedaba en lo que nosotros llamábamos la curva de Nueva Esperanza, geográficamente era para mí al otro lado del cerro o de las lomitas como decía mi papá porque cerros verdaderos, eran los cerros altos y no de los pequeños que mi papá le decía lomitas, papá vivió su niñez en el campo y sabía lo que decía; para él eran lomitas y punto, pero para nosotros que veníamos de vivir el comienzo de nuestra niñez en Miraflores, eran cerros. Informalmente nos reunimos con el profesor en el patio, para tomar la decisión de cómo íbamos a afrontar el campeonato de fútbol, si debíamos aceptar o no y cómo íbamos a quedar, si se llegaba a conformar un buen equipo con la gente que teníamos;  por supuesto yo no integraba para nada ese equipo de fútbol, tenía 11 años pero había gente mayor  que jugaban regularmente al fútbol, yo era una especie de preferido del profesor por mi rendimiento en los estudios y mi presencia era porque podía aportar ideas y porque teóricamente sabía y sé, mucho de fútbol. Finalmente decidieron o decidimos todos... decidieron los mayores y el profesor, con una pequeña trampita, que un alumno de cuarto año había dejado el colegio pero todavía estaba matriculado recuerdo su nombre se llamaba Ceferino, mayor como la mayoría en ese tiempo y cursaba el cuarto año de primaria, lo recuerdo como si lo estuviera viendo con su chompa ploma tejida a mano y su pelo largo como una peluca, una cicatriz en la cara que creo era un lunar... y decidimos ir al campeonato que se iba a realizar en un solo día, claro cada uno iba por sus medios, los jugadores se iban por sus medios con el profesor y yo pues no era jugador del equipo, no era mi obligación asistir pero como me gustaba el fútbol, decidí ir, así que me las arreglé para verlos, no recuerdo si llegué a ir con mi hermano José, pero sí recuerdo que fui con Willy Mejía a pie bordeando las lomitas o cerros. Actualmente ese lugar se llama César Vallejo. Esa parte, por aquellos tiempos, era casi despoblado y el problema era que teníamos que lidiar con los perros y para llegar tuvimos que pelear contra ellos y llegamos con las piernas y rodillas mordidas, arañadas y todo lo demás pero era algo ya común para nosotros,  habíamos aprendido a enfrentarnos a ellos (igualmente nos peleábamos con los perros cuando nos íbamos a bañar a las lagunas que hoy les llaman, a las que quedan, pantanos de Villa y yo ya era un digno habitante de la Tablada de Lurín.

Llegamos al lugar donde se iban a jugar los partidos; una cancha grande de fútbol y el colegio era grande, los otros colegios habían ido preparados para hacerle barra a sus jugadores haciendo bulla de una u otra manera hinchando por sus equipos, nosotros fuimos o íbamos llegando cuatro gatos por aquí, dos gatos por allá y nos fuimos juntando pero no teníamos la esperanza de ganar siquiera un solo partido, pero poco a poco se fueron dando los resultados a nuestro favor y al final solo quedamos dos equipos, no recuerdo con quién definimos creo que con el Túpac Amaru de Villa María del Triunfo, todos los artículos que llevaron los alumnos de los otros colegios para hacer bulla, lo agarramos nosotros, una especie de tambores rudimentarios, latas de leche Gloria llenas de piedras y cosas así… Gritábamos, saltábamos (por nuestros héroes) e increíblemente llegamos a campeonar. Recuerdo nombres… Roberto Ferro, Graciano Bendezú, un chico Balcázar que con un futuro policía Walter Guzmán Camacho paraban peleándose por las mujeres, Shapiama con su clásica parada (él fue el arquero) y sus manos en los bolsillos de atrás cuando conversaba, Carrasco, el colorado Zúñiga, el zambo Zamudio, uno de los hermanos Roca, no recuerdo cuál de ellos porque eran tantos, que estaban metidos por todos lados y son tantos los hermanos Roca que había uno en mi salón también,  Carlos Alberto Roca Cermeño, estaba Ceferino, del que hablé que ya no estaba en el colegio, no asistía a clases, también estaba “Tuco” Gutiérrez, el verdadero, como conversé con él hace un aproximadamente unos cuatro años cuando tomé un auto y él estaba "taxeando" (me iba a mis terapias a Chorrillos en el INR) y conversamos un poco, pero justamente de este hecho que estoy contando, nunca se lo mencioné, me olvidé de comentarle.

Eran más o menos los compañeros que conformaron aquel equipo del que tal vez ni ellos mismos se acuerdan, pero para mí era emocionante  ver que habían ganado a los otros tres colegios grandes, me pareció una hazaña, yo era aún muy pequeño tenía 11 años, pero sentí mucha alegría al ver aquel equipo, formado a última hora, sin siquiera haber jugado un partido de práctica juntos, pero que increíblemente campeonamos y me incluyo porque yo también era del 6024. 

El regreso fue otro sufrimiento, otra vez a pelear con los perros… pero valió la pena, recuerdo que hasta se pusieron a llorar los jugadores con el profesor pues pensaban, pensábamos todos que no íbamos a hacer nada pero fue todo lo contrario y para mí y para ellos si es que lo recuerdan, es uno de los grandes recuerdos de cuando estudiamos en la Tablada de Lurín, en mi caso, durante dos años en el 6024, corría el año 1973. Hace 50 años… FMVA...



jueves, 15 de junio de 2023

MEAR EN LAS MADRUGADAS, EN LOS TIEMPOS DE PARKINSON…

 


2:57hrs, mi organismo me pide a gritos visitar nuevamente el cuarto más usado, más pedido de la casa y tal vez el más querido… pero veo la hora, la madrugada está casi entera.

Por si acaso no vayan a escandalizarse porque puse la palabra mear que solamente es un sinónimo de orinar.

Ya no es como antes que buscaba el reloj para situarme en el tiempo, con su lucecita o sus manecillas que podías ver en la oscuridad porque eran fosforescentes, ahora busco a tientas el teléfono celular que puse a cargar antes de echarme a dormir y es de gran utilidad porque sin necesidad de prender la luz, que por cierto lastima mis ojos al someterlo bruscamente después de la completa oscuridad, también tiene linterna y bueno ya me situé en la hora y estoy sentado en mi cama, esperando despertar un poco y no tener sorpresas, como por ejemplo caerme o algún mareo, al empezar el larguísimo camino hacia el baño.

Ahora la palabra “larguísimo” también me hace recordar a otra persona, Jaime Eduardo Muñoz Gutiérrez, “Guayo”, que fue jefe de Sistemas cuando entré a la Cía. Molinera del Perú S. A. a trabajar; esta empresa en la que trabajé desde 1981 hasta 1996 prácticamente en dos partes porque la primera parte la hice en la empresa que mencioné y  la segunda parte en la fábrica de fideos Lavaggi Hnos. pertenecía al grupo de los hermanos Nicolini. En los equipos que participaban en el campeonato interno de fulbito había siempre un equipo de Gerencia que era integrado por los jefes máximos de cada división, por los Gerentes y Subgerentes, también venían los hermanos Nicolini con sus hijos a jugar, claro que también con los jales o el jale de su conveniencia, el principal era Gerardo Beretta de excelente presencia y un gran juego y acomodo de los jugadores de su equipo.

Me enteré años después, que jugaba en el Sporting Cristal en un equipo de mayores y regresando a  casa falleció debido a un accidente automovilístico. En uno de esos partidos que estaba jugando Gerencia, la gente pedía a viva voz “Que entre Guayo, que entre Guayo”, él era el jefe de la División de Administración y Finanzas, y al final lo convencieron y entró a la cancha, dio una sola corrida, y se doblaba de cansancio, no podía ni respirar, salió del campo inmediatamente. Recuerdo que yo lo miraba atentamente,  se cruzaron nuestras miradas y me dijo, casi ahogándose porque se había quedado sin aire después de esa corrida, “zambo, estos partidos son larguísimos”…

Volviendo a mi relato como si de “La Metamorfosis” de Frank Kafka se tratara, como no tomo pastillas en la madrugada, nada ni nadie me protege, ni me defiende, así que a ponerse de pie y caminar. No es como en las fotos con algo de efectos de la levodopa que tomo durante el día y camino mas o menos bien o como los videos en que aún se me ve sonriendo… sin medicación, apenas puedo dar  algunos pasos y por momentos es como si tuviera las piernas congeladas, no de frío sino de falta de movimiento.

Es simplemente el largo, triste y esforzado camino hacia el baño.

Previamente por el problema de salud que tengo, el camino está totalmente despejado, pero al igual que las diferencias entre, corrida de 100 metros libres planos y las carreras de 100 metros con obstáculos, ésta parece una carrera con obstáculos, pero sin obstáculos, el obstáculo soy yo mismo.

Los pasos no son largos ni seguros como hace algunos años, debo ir caminando y calculando donde doy cada paso, a veces arrastrando, lo bueno que ya no es una carrera donde se compite así que no hay problema, el problema en sí depende de mi organismo o mejor dicho de mi vejiga, de la urgencia con que me despertó y me obligó a levantarme, pero hay que hacerlo si no, “pañales, pañales”, expresión que mi papá usaba cuando aún estaba vivo y bromeaba con ese artículo y aprovecharé en contarles el porqué.

Cuando papá se enfermó, entre el 2005 y 2008, mi hermano Lucho y yo nos dedicamos a él y a preocupamos por su salud y llevar a mi papá al hospital Rebagliati y cada uno hacía su parte; él lo transportaba y yo me encargaba de conseguirle las citas en el hospital y acompañarlo. El hospital era como mi dormitorio y los asientos mi cama porque como trabajaba en la madrugadas me quedaba dormido y tenía que ir detrás de los doctores, doctoras y/o de los administrativos para que le den citas y tratamiento a mi papá,  pero bueno para resumir esta anécdota o recuerdo les cuento que saliendo del hospital Rebagliati y caminando aún a pie con él, para llegar hasta donde había estacionado su carro Lucho, como ustedes saben, en los alrededores venden (aparte de ataúdes) toda clase de artículos y sobre todo para la gente que tiene problemas de salud… al pasar por el costado de una tienda, a mi papá ya se le veía mal, se le ocurrió al vendedor decirle “pañales, pañales”, papá que normalmente reaccionaba o respondía a lo que no le gustaba o gustaba, solo lo miró y se quedó callado, pero cuando llegamos al carro de mi hermano Lucho tomamos el camino y de regreso  justamente volvimos a pasar por aquel sitio donde a mi papá le habían dicho, “pañales, pañales”, entonces mi papá casi quejándose con mi hermano le dijo: "Hijo, ese concha de su madre me dijo pañales, pañales”…

Es algo que siempre recordaré de mi padre, trataba y tomaba la vida con mucha gracia inclusive en los peores momentos de su salud y cuando ya estaba para cambiarse de vecindario, o sea irse de este mundo, tengo en mi mente varias anécdotas de mi papá que por supuesto estuvo consciente hasta el último segundo de su vida sólo que físicamente ya no podía vivir con la artritis reumatoide que lo aquejó los últimos cinco años.

Me pongo de pie, pero previamente me pongo los zapatos que tengo al pie de la cama, en realidad son zapatillas, menos mal que no siento ningún mareo, empiezo a caminar, abro la puerta del cuarto y como estoy en oscuridad y con mi problema, me hago un poco de más problemas con que si doy un paso de más o de menos para no chocar o golpearme con la puerta pero igual salgo triunfante de aquella batalla, sólo faltan unos cinco o seis pasos de una persona normal para llegar al baño; para mí son el doble y con muchos problemas pero igual hay que conseguir el objetivo obligatoriamente, así que adelante.

Llego a la puerta del baño, ahí si no me queda otra que prender la luz apresuradamente e ir a donde tenía que ir, al wáter como le decimos nosotros, al inodoro.

Pero eso no es todo, el Parkinson conlleva a tener varias enfermedades a la vez así que, problemas en la próstata, problemas en el sistema urinario, problemas en el sistema digestivo, pero bueno en este caso mi problema es urinario, debo estar chequeándome permanentemente la próstata y que no tenga litotricia o cálculos a los riñones como le llamamos nosotros comúnmente, pues ese par de cosas dificultarían aún más mi objetivo final, poder orinar. (Yo sé lo que es tener piedras en el riñón, sé también de los cólicos terribles que dan antes de poder expulsar la piedra o el cálculo por la punta del pene, he tenido ese problema ya mucho antes).

Tomé mi Tamsulosina Clorhidrato de 0.4mg?, tomé mi Terazosina de 5mg?,  (son las que recetan para los que tienen problemas con la próstata, menos mal que es crónico o pasajero no es permanente, si es permanente no queda otro camino que operar). No es que me olvide, sino que odio tomar pastillas y cuando lo hacía siempre me daba náuseas, ahora tomo varias, no queda otro remedio. Bueno igual, si he tomado o no, debo seguir en busca del objetivo final y nuevamente lo consigo, no después de haber tenido problemas con la puerta del baño, por ahora debo ponerme físicamente en una especie de ángulo de 45 grados para no tener problemas con mojar el baño o mojar el pantalón del pijama, eso ya sería un signo de derrota y como esta es una enfermedad degenerativa se vendrán más complicaciones en el futuro no sé si será de inmediato o a largo plazo, todo depende de cómo avance este proceso muy problemático que tengo o pueda hacerme la cirugía a la que aspiro y no haya complicaciones antes, durante, después y los resultados sean óptimos y al menos controlen el temblor y la rigidez que es lo que más me molesta y para lo que recomiendan esa cirugía.

Conseguí el objetivo, he triunfado nuevamente, solamente falta el otro largo camino y esta vez es de regreso pero sin el apuro que me acompañaba la ida.

Ya no me importa dar los pasos largos o cortos, la cosa es llegar nuevamente a mi cama y aquí se vuelve a presentar otro problema: volver a conciliar el sueño.

Entre los muchos problemas que sufrimos los que tenemos Parkinson, está el insomnio, antes de dormir estoy tomando todas las noches 1mg. de clonazepam para poder conciliar el sueño pero siempre o casi siempre después de esta levantada obligatoria, no puedo dormir así que a agarrar el celular o me levanto y me siento a escribir como lo hago ahora o pensar en las cosas que tengo pendientes para los próximos días.

Hasta hace algunos años, creo que hasta hace tres años jamás me levanté por las noches para ir al baño.

Ahora con la obligación que me da mi organismo por la nueva situación en que se encuentra, hasta de comer, beber, ver televisión y hacer una fiesta me dan ganas, cuando no puedo dormir en las madrugadas, pues no tengo la obligación de levantarme temprano al día siguiente para ir a trabajar.

Así qué si concilié nuevamente el sueño, qué bueno, si no lo logré, qué importa, igual sigo vivo y respiro, y mientras respiro y vivo no dejo de joder, lo digo en el sentido positivo no dejar de joder en opinar, planear, ordenar, tomar las mejores decisiones  con el dinero, los gastos… en realidad, un trabajo intelectual, de planeamiento, donde nada tiene que ver el movimiento, para lo cual estoy activo solamente algunas horas del día gracias a la medicación y aprovecho para hacer mis cosas personales, ir a comprar, encontrarme con los amigos, etc., pero siempre jugando con la duración del efecto de las pastillas.

Lo que cuento no lo hago para que me tengan pena, es todo lo contrario y lo hago con mucha guasa (y esta palabra me hace acordar a mi compañero y amigo “El Guasón” Miguel Ángel Zevallos Arias, le decíamos así porque siempre tenía la sonrisa en su cara, él falleció en 1990 en un accidente cuando regresaba manejando a Lima, el hecho que le llamáramos guasón, no tenía que ver nada con Ciudad Gótica y menos con Batman, fuimos compañeros de trabajo.

Bueno como les decía, lo que les cuento lo hago con mucha guasa, pues simplemente es una realidad que vivo por mi estado de salud casi todas las noches y no tengo inconveniente o vergüenza de contárselo a mis amigos, ustedes saben cómo he sido yo, un derroche de despliegue físico, trabajando, yendo de un lado para otro, jugando fútbol, jugando fulbito y en muchas otras canchas,  así que más bien deben tomarlo como un ejemplo de cómo es la enfermedad y de hacerme algunas consultas por si lo necesitaran nunca se sabe. Por ejemplo yo no conocía la enfermedad de Parkinson pensé que solamente eran temblores y nada más pero no era así, el Parkinson conlleva un montón de enfermedades físicas y psicológicas, pueden darte todos los síntomas o sólo algunos por eso es muy importante no dejarse vencer ni física ni psicológicamente sino en dos años te mueres. Solo tenemos una vida, a mí me tocó empezar a envejecer con esta enfermedad y no me queda otra que seguirla, tengo lo que me tocó en suerte o mala suerte, la vida la tengo bien gozada y si tengo que vivir con esto pues lo vivo, a otros les toca peores cosas en la ruleta y lo que escribo no es consuelo de tontos simplemente la vida y la muerte son así.

Les adelanto que no todos tienen la misma enfermedad de Parkinson, es diferente según cada organismo y el tratamiento al menos farmacológico difiere de uno a otro individuo.

Un doctor Neurólogo me dijo la vez pasada que una persona puede tener Parkinson de 10 a 15 años y caminar mejor que una persona sana y también hay otras que pueden tener Parkinson y a los dos años ya están en silla de ruedas. 

Esta enfermedad, le puede dar hasta a las personas jóvenes (conocí en el INR de Chorrillos a dos personas, hombre y mujer de 22 años de edad que tenían esta enfermedad) y claro cuando uno entra en años también está en peligro de sufrir estos problemas, a mi me lo diagnosticaron a los 55 años, aunque mis sospechas venían ya desde hace poco más de cinco años antes, (nunca se lo dije a nadie pues tenía la esperanza de que no se llegara a desarrollar en mi cuerpo) que me lo diagnosticaran, sólo que no le hacía caso, seguía mi vida normalmente.

Lo que sí es muy seguro es que los investigadores de esta enfermedad no encuentran exactamente el motivo por el cual llega a desarrollarse en algunas personas, lo único casi seguro es que hay algunos casos que son genéticos pero la incidencia es en un 10%, lo demás no cuenta, así haya sido una persona sana, deportista, sin problemas, etc.

Es muy cierto que mi enfermedad no tiene cura y que me acompañará hasta el final pero lo bueno es que la ciencia ha avanzado y no para de avanzar y aún no he usado algunas de las no tan  nuevas alternativas para mejorar estos episodios y dejen de ser aventuras casi como las de Indiana Jones. Lo que pasa es que en el Perú estamos en “pañales, pañales”, es decir,  bastante atrasados en cuanto a tratar ciertas enfermedades, el Parkinson es una de ellas.

Bueno lo que acabo de contarles, por ahora, es mi aventura de casi todas las noches y puedo decir con orgullo que hasta ahora siempre  he salido triunfante…


miércoles, 7 de junio de 2023

UN PELUCÓN

 


BILLETE DE 500 INTIS.

IMPRESOS EN LA DÉCADA DEL 80. APROXIMADAMENTE DESDE EL AÑO 1985 HASTA 1987.

EN EL ANVERSO ESTABA LA IMAGEN DE JOSÉ GABRIEL CONDORCANQUI,MÁS CONOCIDO POR TODOS NOSOTROS COMO TÚPAC AMARU II.

EN EL REVERSO ESTABA LA IMAGEN DE LA MONTAÑA MÁS ALTA DE PERÚ, EL HUASCARÁN...


Mi padre, que nos dejó por algunos años (falleció), el año 2009, ya iremos a buscarlo, fue en vida albañil, siempre lo recuerdo al ver a este billete, que él llamaba “Un pelucón”. (Foto adjunta).

A veces le salían trabajos cortísimos de tiempo de ejecución, a lo que llamamos nosotros, los que tenemos algunos años mas,  “cachuelos”, no sé si los jóvenes lo llamarán así ahora y cuando él hablaba con sus compañeros, se refería a este billete, llamándolo “Un pelucón”.

- ¿Cuánto le cobraste?

- Le cobré “Un pelucón”.

O… Cóbrale  “Un pelucón”.

El pelucón, todavía tenía valor, era más o menos el año 1987, eran tiempos de terrorismo, se venía una de las peores debacles económicas para nuestro Perú, estábamos en el primer y desastroso gobierno de Alan Gabriel Ludwig García Pérez (dizque se suicidó), quién después de haberla jodido con la famosa estatización de la banca y otras desastrosas medidas, dejó la economía a su suerte y a la impresión de billetes de millones de Intis, sin ningún control, valor ni respaldo, como si de un juego se tratara. Todos éramos millonarios pues manejábamos millones de millones de Intis.

Nuestras monedas, valían más por peso que por el valor grabado que tenían y por ese tiempo comenzaron y terminaron vendiéndolo y comprándolo al peso, por kilos, sobre todo la moneda (foto, también adjunta) de color plateada de 100 soles de oro, que no alcanzaba ni para comprar un pan.


MONEDA DE 100 SOLES DE ORO
ACUÑADA ENTRE LOS AÑOS 1980 Y 1982.
EN EL ANVERSO ESTÁ ESCRITO EL VALOR DE LA MONEDA.
EN EL REVERSO EL ESCUDO DE PERÚ FLANQUEADO POR HOJAS DE OLIVO Y LAUREL.

Yo desgraciadamente como la mayoría de los jóvenes que no piensan, me ausenté de la casa de mis padres desde el año 1988 (para cometer la única estupidez de la que me arrepiento y me arrepentiré todos los días que me quedan de vida… casarme).

Siempre recuerdo que mis padres tenían un baúl de madera dónde guardaban toda clase de recuerdos es decir fotos, cosas antiguas, monedas antiguas.

A los años y porque me gustaba algo esto de la numismática al igual que la fotografía como todos saben, le pregunté a mi mamá dónde estaba aquella especie de alforja de color rojo de tela de gamuza, dónde guardaban monedas antiquísimas, de los años 1800 y mas antiguas aún y me dijo que un tiempo no había dinero en casa y papá tuvo que vender las monedas al peso. Me dio mucha pena por la antigüedad de las monedas y también por el precio que pagan por ellas en estos tiempos.

Yo por mi parte tengo algunas y poquísimas monedas que guardé, lo que sí tengo son un montón de billetes de millones de Intis sin usar que creo tiene algo de valor para los coleccionistas.

Pasando el año 2000, se confirmó o me confirmé a mí mismo mi gusto por coleccionar las monedas, tengo guardadas varias colecciones en impecable estado, qué puso circulación el BCR a partir del año 2010 y recuerdo que siempre estaba atento para ir a cambiar mi dinero por los conos de monedas de colección.

Durante la pandemia la gente no tenía dinero y muchos de ellos que también habían juntado este tipo de monedas, para coleccionarlas, no les quedó más remedio que usarlas y gastarlas y se ven ahora como monedas corrientes de circulación normal; lo gracioso es que las publican en grupos de colección en Facebook y dicen que son monedas de colección, todas viejas y gastadas, quieren venderlas y hasta subastarlas y son tan “conchudos” que anuncian día y hora… qué estupidez tan grande, parece que la gente no tuviera cerebro o al menos no lo usa.

Como decía JCA: “Use el cerebro, no las patas”.

Bueno quería hablar del pelucón, pero como siempre me extendí un poco porque los recuerdos siempre afloran naturalmente y van vinculados a hechos y momentos de mi vida, que gracias a que al menos mi cerebro hasta ahora no ha sido afectado en lo que concierne a la memoria, más bien parece que los recuerdos se han agudizado, mejorado, acrecentado…  FMVA…


lunes, 5 de junio de 2023

CONEJO


Hola conejo, dónde estarás,

¿¿¿Me recuerdas tanto como yo a ti???...

Te recuerdo como ayer…

En realidad, te recuerdo como siempre, como hoy, como hoy que no te veo, como te recordaré siempre…

Mudo testigo y fiel acompañante de un ¿amor? profundo, sincero, de mucha pasión, de nuestros subterfugios para no ser descubiertos, aunque todo era evidente…

Pero tú, siempre leal confidente, discreto, reservado, hermético, como si comprendieras que lo que sucedía era cosa de dos y al resto, que chucha le importa…

Hoy que no te veo y seguramente no te volveré a ver, te busco en las lámparas que venden para niños o mejor dicho para niñas porque eras de color rosado, ¿Porqué, eras un conejo lámpara o coneja? o eras un “conejo sapo”, (que siempre estaba mirándonos) o tal vez en mi subconsciente busco tenerte para verte siempre y recordar todo lo que te rodeaba y todo lo que sucedía, retroceder en el tiempo, porque es casi imposible que vuelvan aquellos momentos, aunque no solamente momentos, era en la mañana, era en la tarde, era en la noche o era en las madrugadas pero siempre estabas allí, mudo testigo de aquellos recordados años… Y tú siempre mirando, pero sigo preguntándome, al final creo que eras una alcancía, porque recordando bien no recuerdo haberte visto cables y lo peor de todo es que no recuerdo que eras a pesar de haberte llegado a tocar, cargar y reírme contigo por esa mirada fija que tenías y un ojo mas grande que el otro… creo que te “aplicaron” por sapo, pero no me contaste; igual, era conveniente que no hablaras.

Me contaron, que hubo mudanza en la casa que habitabas y moriste así como lamentablemente murieron al paso del tiempo, los hechos, movimientos y sentimientos que te rodeaban, sí… de los hechos que tú fuiste único testigo presencial y en palco VIP …

Las mudanzas duelen porque muchas veces hay que deshacerse de muchas cosas, cambiar de estilo de vida y volver a reacomodarse.

Pero estás y estarás vivo en mi memoria, siempre te tengo en fotos, eso quiere decir, que te tengo también, estés donde estés y con quien estés, para el resto de mi vida, no te olvidaré conejo… FMVA…